Entradas

Mostrando las entradas de mayo, 2020

Naná

Imagen
Hace un tiempo que olvidé como se escribe un poema, a veces intento con prosas e incluso continúo con crónicas, pero me salen un sin fin de palabras que no son ni felicidad ni un ansiolítico para calmar la ansiedad.  Aunque bien podría decir que este escrito se refiere a la derrota, porque alguien perdió; no llegó a encontrar su devoción ni creyó en el último mandamiento y en los meses que siguieron a la tragedia la amé por sobre todas las cosas. Naná, mi abuela, se suicidó en una tarde calurosa de verano; era diciembre y estaba cargado de todo eso que trae fin de año a cuesta; puedo afirmar que ella siempre tuvo sueños y de los buenos, aún así no se cumplieron. Hoy pienso que no sé si se alegrará de haberlos tenido.  Siempre tuve poco recuerdo de mi infancia, como si parte de la niñez se empecinara en llevarse al olvido lo efímero. Cuando quise hacer algo me encontraba siendo una empleada de ocho horas con recelo a los domingos, cruzando mal las avenidas, rezando solo en causas urgent

Madrugada / 2

Imagen
Me quedé en la parte en que pensaba de que la situación mejoraba.   Voy a optar por tocar los puntos esenciales de esta historia ya que luego del acontecimiento traumático; refiero a eso de despedir a alguien sin tener certeza de a dónde irá ya que todo depende de la creencia que cada uno lleva dentro. Mi abuela nos reunió a todos en la mesa del comedor, prendimos las luces y yo me coloqué pegada a la ventana, con la idea de poder ser la primera en ver el vestigio de algún pedazo de amanecer. Colocó las manos sobre la mesa, se las agarró para evitar un temblor que cualquiera de los presentes ya había sido capaz de percibir; mi cabeza me trasladó a un recuerdo inventado de cuando era bebé y tarareaba una canción conocida para distraerme.   Dobló algunos papeles que traía consigo y se los guardó nuevamente. Nos dijo básicamente que no había ni herencias ni testamentos para repartir, porque habiendo revisado y escarbado por los agujeros de la cortina del tiempo ninguno podría valorar nada

Madrugada

Imagen
Nada más salir de la boca del subte me topé con una cantidad inmensa de gente, esto no es una excusa; lo menciono porque por esto y algunas cuestiones fortuitas en el  camino  llegué de madrugada; no sabía donde dejar mis cosas ni qué decir.   No hay palabras adecuadas en un lugar donde acaba de morir un ser querido.   No sé si tendrá que ver esto con alguna burla del destino o toda esa sarta de mentiras que las familias esconden; pero lo cierto era que la tierra había dejado de girar alrededor del sol, no amanecía más.   Corroboré con todos los dispositivos que tenía cerca la hora, incluso llegué a creer en los números que marcaba el microondas, pero aún no amanecía.   La vida cotidiana seguía su rumbo; había que elegir la ropa y desempolvar un traje, de preferencia oscuro, decía mi abuela a su modo; en silencio, mirando al vacío.   Y ahí llegó el batacazo, cuando me tocó limpiar los retazos de ese traje;   Era negro, tirando a azul, y supongo que la última vez que lo usó debería esta

Reinvención

Imagen
Como creyéndome inmortal me puse a buscar la cara que tenía antes de llegar a este mundo. Y me preguntaba si era de esas personas que hacen una reverencia al entrar a un lugar, o si tendría un nombre importante, o si tendría tocs, más de los que tengo hoy, ¿habré conocido a alguien especial?   Me miraba las manos e intentaba calcular las veces que me toqué la cara y acomodé la patilla de mis anteojos, ¿en aquella época disfrutaba del viento en la cara?, ¿miraba todas esas nubes? ¿me gustaba el abismo y los abrazos que te llevan al mismo? De seguro que los problemas de ahora no son los mismos, hoy probablemente sean otra cosa; un fin de mes con la plata justa, una entrevista fallida, una cama mal hecha, un político que se queda con la mitad de tu dinero, una boleta de gas impaga, un tobillo roto, pesadez estomacal, nostalgias, un mes en el que ya dejamos de hablar.   ¿En ese entonces el tiempo crecía? Porque me pienso entre olimpos y dioses, sin angina, ni cáncer y una que otra guerra,

Pretérito Imperfecto

Imagen
Si me pidieras que venda todo lo que tengo, no me alcanzaría para nada.  Si me llevaras al lugar más lejano,  terminaría en tu cama.  Si me dijeras que mañana vas a brillar como ayer,  me taparía los ojos.  Si me rifaras tu sueño,  me quedaría dormida.  Si me devolvieras tu abrazo,  me partiría en llanto.  Si me concedieras un deseo,  me equivocaría de nuevo.  Si le rezaras a un dios que nunca da nada,  seguro me daría un poquito.  Si te cruzara, amor de mi vida,  te saludaría de lejos.  Si me dieras la mala noticia,  lloraría en tu lado de la cama y me despertaría de este sueño.  Si me pidieras que me quede hasta el final,  me perdería en mi regreso.  Si me pensaras en tu casa,  me dolería el cuerpo.  Si me esperaras en esta ciudad,  todo moriría en silencio. 

Feliz año, nuevo

Imagen
Es difícil no recurrir a un manual de instrucciones cuando no sabemos como hacer funcionar el lavarropas; decía que tenía que presionar la tapa, le di una patadita extra pero no hay caso, no funciona. Cortázar es mi gurú en temas de instrucciones de la vida, ya sé como llorar e incluso, como subir una escalera. Hace poco comenzamos un nuevo año, paso a detallar en modo imperativo lo que debes hacer para el buen augurio. A mí me resultó. Vístase de colores claros. Cocine esa receta que jamás cocinará.   Duerma siesta, así aguanta hasta altas horas de la noche. No llegue tarde a la cena en la que lo esperan personas con su mismo apellido.   No defraude a nadie con comentarios inoportunos. Póngase una bombacha rosa y use su mejor perfume. (El de ocasiones especiales). Espere mensajes de buenos deseos y respóndalos. No se deje intimidar por comentarios de padres que tienen hijos exitosos viviendo afuera. Ponga el canal con la placa roja que siempre dice cuanto tiempo queda. No llore por lo

Lisa

Imagen
Estábamos en el norte o sur de un lugar; depende del sitio en el que te encuentres cuando leas esta historia.   Lisa me dio un algodón de azúcar, uno bien rosado; yo tenía una picazón de encías que parecía que cualquier cosa me calmaba esa sensación; hacía mucho frío, era invierno y la heladería estaba cerrada. Solo estábamos ella y yo.   Mientras yo comía con todas las manos melosas ese pedazo de nube Lisa buscaba algo que conocía, pero que había perdido. Buscaba palabras; no sabía como decirme que era su último día y que a partir de mañana ya no me iba a poder cuidar más.   Ella tenía a sus hijos y yo pronto me haría grande, me iría de la ciudad y no sabría que hacer con todo eso que tenía para mí. Quizás por eso tenía hijos, yo no podía pertenecer a su célula familiar, o ella a la mía, pensé.   Me agarró de la mano y me llevó a dar unas vueltas, jugamos en el subi – baja, hoy lo veo con ternura; ella me estaba mostrando que a veces estamos en la cima y otras veces podemos despertarn

La Habana

Imagen
  Último día en La Habana, sube a un taxi, el taxímetro corre. Finge ser turista, finge un español neutro, finge ser una mujer casada, una adulta. Necesita salir para que le pasen cosas, sostener las mentiras que se le escapan de  los dientes. Prometió, vaya a saber a quien, no explicar nada, pero por supuesto que lo hizo después, se largó a llorar, él y ella  también lloraron. El tiempo corría, todo arreglado. Quedarse le iba a costar el resto de su vida. Agarró el espejo para reconocerse y recordarla; recordaba cómo quería que cargue con sus propias virtudes y defectos, que heredara su torpeza y su fortaleza, por lo menos física. ¿Cómo explicarle que no tiene la culpa? No hay nada que hacer cuando las estrellas fueron mal repartidas, escribió por ahí, en un boceto de  esas cartas que nunca terminó. El taxímetro iba por los 120 cuc, es mucho dinero ¿Qué importancia tiene eso ahora? Pensaba... el caso es que lo que estaba en juego era la promesa de lo que uno será y no llega a ser, el

Berlinare

Imagen
  Apenas llegué, esperé y me di con la noticia de que habían perdido mi equipaje, de amarrete no contraté un seguro, no tenia como reclamar en mi inglés escolar y mi alemán de Duolingo. En ese momento se me vino a la cabeza todas las clases de inglés a las que no fui solo para ir a jugar al fútbol con los chicos del otro grado; la realidad es que yo no jugaba, los chicos juegan, yo compito; no quería terminar en el arco, quería tocar la pelota con los pies y quien sabe, comprarme los botines de cuero con mi nombre grabado. Aunque los atributos femeninos no me conciernen, en el fondo sabía que el arco era todo lo que iba a tocar. En la valija perdida tenía todo, salvo algunos documentos, un par de billetes y chicles. ¿Qué me iba a poner? ¿Cómo saldría en las fotos? Siempre fui la huelguista respecto a la gente que compra ropa en tiendas baratas y vuelve con el vestidor nuevo; todo esto dejaría al descubierto mis fallos, las discusiones sobre el consumismo y la felicidad de gastar. Me se

Uruguay

Imagen
En el asiento trasero del auto íbamos los dos, miraba el paisaje por la ventanilla y movía la pierna derecha, nerviosa; fingía que necesitaba ir al baño, en realidad necesitaba que no te vayas, que el tiempo pase para los otros; que envejezcan los infelices, no nosotros que éramos felices porque realmente podíamos lidiar con los problemas que mereciamos y no estábamos en la edad de arrepentirnos de las alegrías. El caso es que el tiempo pasó y yo quería borrarme en vos. Bien sé que a nadie le hace gracia necesitar a nadie, pero yo ya estaba arruinada porque cuando nos despedimos me apretaste fuerte y me hiciste doler como si te hubieses querido llevar algunos de mis latidos con los tuyos. Me sabré disculpar porque por el momento, mi vida no tuvo nada de extraordinario. Pinto mandalas sin tener en claro los colores que usar y a veces me pregunto que diferencia habria entre la vida que habíamos  compartido y en la que no; aunque todavía tenes un lugar concreto en mí, algo así como un san

Nueva York

Imagen
Me encontré con un indio en Nueva York, apenas lo vi tuve la impresión de que estaba más roto que yo. No sabía a donde me conducían los días solo entendía que era domingo y el siglo me dolía hasta en las costillas. En esa inmensidad de mundo yo trataba de unir los imposibles en medio de mis incoherencias y contradicciones, no soltaba el celular, como si todos esos recuerdos me estarían esperando en algún lugar. El indio me preguntó, en su inglés dificilísimo, cuál era mi bronca; yo trataba de explicarle que era una occidental promedio, que cruzaba mal las avenidas y que estaba congelada en su karma, tenía miedo que mi dios sea finito y que toda la intemperie de esa ciudad me atravesaba el pecho. Estaba cansada, llevaba puesta la ropa que te olvidaste y eso me estaba arruinando; percibí que al indio le gustaba la camisa, lo supe porque sí, no somos tan distintos al fin y al cabo. Delhi, o algo así, me miró a los ojos y me dijo que tenía que memorizar tres palabras para que me acompañara

Butaca 19

Imagen
En mis regresos a casa siempre llueve, hay turbulencias, graniza o acontece un mundo difícil de explicar; en ese universo de posibilidades un bebé recién nacido me acompaña en el asiento de la ventanilla. Esta vez yo iba en el 19 B. Siempre pienso en ese bebé; en realidad pienso en su mamá, en su vida y en las cosas que no sé de ella. Pienso en mi mamá, en su silencio impenetrable, en los novios que fue y los que tuvo que ser, en como cuidó a todos para que esos pequeños mundos estuvieran a salvo. En mis dormitadas de avión la veo sana, con el cabello reluciente y negro, con su lunar de tinte azul. Viviendo en una ciudad que sigue estando en su lugar. Sentí el golpe de la turbulencia y me vi ahí, en el asiento 19 A.   ¿En qué momento se torcieron las cosas? Me quise decir que no era cierto y que no crea todas las cosas que van a decir del mundo; que estaba bien si el tiempo pasaba y se comía todo. Que en la infancia tenemos padres enteros y llenos de respuestas y que cerca de los trein

El Gran Cañón

Imagen
A esta foto la saqué con una cámara barata en un viaje que hice hace unos años; extraño ese viaje, a la persona con la que lo hice y a la vida que estaba aceptando dejar. Estou com saudade del tiempo precioso que estaba viviendo; no extraño el frío ni los veinticinco céntimos que dejé ir, seguramente siento melancolía por otras cosas que ya se fueron, y que así como ese telescopio, el gran cañón y aquellos años, los abandoné (o me abandonaron) y solo me persiguen en un recuerdo, de un recuerdo que ya no sé si es mío o es de otro. A la cámara barata la cuidé hasta el último día, a cambio, ella me sostuvo; era un intercambio sencillo y concreto, como la relación que tenía con mi gata. Por la tarde, antes de regresar la perdí, o se fue, no sabia bien como enfrentar la situación, ahora lo veo como una cuestión semántica. Y me indigné conmigo, con el país, con el sistema y con todo lo que sucede... en un mismo orden (pensaba).   Siempre supe que eso de perder o dejar ir era una inclinación