Reinvención


Como creyéndome inmortal me puse a buscar la cara que tenía antes de llegar a este mundo.

Y me preguntaba si era de esas personas que hacen una reverencia al entrar a un lugar,

o si tendría un nombre importante,

o si tendría tocs, más de los que tengo hoy,

¿habré conocido a alguien especial?

 

Me miraba las manos e intentaba calcular las veces que me toqué la cara y acomodé la patilla de mis anteojos,

¿en aquella época disfrutaba del viento en la cara?,

¿miraba todas esas nubes? ¿me gustaba el abismo y los abrazos que te llevan al mismo?

De seguro que los problemas de ahora no son los mismos,

hoy probablemente sean otra cosa;

un fin de mes con la plata justa, una entrevista fallida, una cama mal hecha, un político que se queda con la mitad de tu dinero, una boleta de gas impaga, un tobillo roto, pesadez estomacal, nostalgias, un mes en el que ya dejamos de hablar.

 

¿En ese entonces el tiempo crecía? Porque me pienso entre olimpos y dioses, sin angina, ni cáncer y una que otra guerra, no las que matan mucha gente, sino las internas, las que descolocan a uno mismo. Todo este análisis es para justificar eso de la reinvención interna, (juro que no pagué un curso de auto ayuda, aunque quizás deba admitir que volví a leer alguna biblia) y tener certeza de si la primera persona del plural es quien nos hizo daño, porque el arrepentimiento siempre llega después, nunca antes.

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