Uruguay


En el asiento trasero del auto íbamos los dos, miraba el paisaje por la ventanilla y movía la pierna derecha, nerviosa; fingía que necesitaba ir al baño, en realidad necesitaba que no te vayas, que el tiempo pase para los otros; que envejezcan los infelices, no nosotros que éramos felices porque realmente podíamos lidiar con los problemas que mereciamos y no estábamos en la edad de arrepentirnos

de las alegrías.

El caso es que el tiempo pasó y yo quería borrarme en vos. Bien sé que a nadie le hace gracia necesitar a nadie, pero yo ya estaba arruinada porque cuando nos despedimos me apretaste fuerte y me hiciste doler como si te hubieses querido llevar algunos de mis latidos con los tuyos.


Me sabré disculpar porque por el momento, mi vida no tuvo nada de extraordinario. Pinto mandalas sin tener en claro los colores que usar y a veces me pregunto que diferencia habria entre la vida que habíamos compartido y en la que no; aunque todavía tenes un lugar concreto en mí, algo así como un santuario trato de avanzar en la vida, en el mundo propio que uno se crea, soy yo, soy vos, soy la orilla de ese río, soy la tarde que gira y se refleja en el azulejo que me vio caer.

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