Mentiroso

 

Sentado, bien sabía que no era necesario hacer todos esos kilómetros para poder superar toda esa situación. Y seguía sentado ahí, esperando con la mentalidad del que miente, del mentiroso empedernido, el mentiroso que todo el tiempo corre los límites, con cara del que te dice que te ama pero que tuvo que elegir a otro. 


¿Se puede caer más bajo?

 

El mentiroso, el viejo fulero, es sabio. Ya le vio los hilos a la vida, la dio vuelta y conoce el camino que recorre su costura y sabe que es una mierda, como así también sabe que las mentiras funcionan como una humareda, una gran quema de pastizales para tapar lo evidente porque sí, ¡pobre hombre hace lo que pueda con esa vida tirana!

 

A veces dice andate cuando quiere que te quedes; dice que te olvidó cuando en realidad te extraña, dice que ya desocupó la habitación cuando todavía no pudo ni siquiera desarmar las cajas que dejaste.


Pero eso no cuenta como mentiras porque sabe lo que se esconde detrás de todo eso.

 

El mentiroso está en una encrucijada, ya se hace de noche y tiene que elegir entre dos caminos para avanzar, avanzar y cerrar; para devolverle algo al que lo puso entre la espada y la pared y ya sabe que camino tomar y es el camino que lo lleva lejos, bien lejos de vos.

 

 

 

 

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